Base Bíblica: Lucas 7:36-50
“Uno de los fariseos rogó a Jesús
que comiese con él. Y habiendo entrado en casa del fariseo, se sentó a la mesa.
Entonces una mujer de la ciudad, que era pecadora, al saber que Jesús estaba a
la mesa en casa del fariseo, trajo un frasco de alabastro con perfume; y
estando detrás de él a sus pies, llorando, comenzó a regar con lágrimas sus
pies, y los enjugaba con sus cabellos; y besaba sus pies, y los ungía con el
perfume. Cuando vio esto el fariseo que le había convidado, dijo para sí: Este,
si fuera profeta, conocería quién y qué clase de mujer es la que le toca, que
es pecadora. Entonces respondiendo Jesús, le dijo: Simón, una cosa tengo que
decirte. Y él le dijo: Di, Maestro.”
Lucas empieza haciendo la narración
de una invitación que recibió Jesús para cenar en casa de un fariseo, lo
interesante es que Jesús toma un lugar en la mesa, y aparentemente ahí sólo estarían
los familiares de aquel hombre o máximo los empleados. Mas se dejó un registro
claro que una mujer pecadora de esta ciudad apareció en la casa de aquel
hombre, en el momento de la cena, en el momento de recibir a los invitados. Esa
denominación pecadora dada a la mujer, quizá ella era una prostituta, ellos le
dominaron como esta mujer pecadora. Ella estaba ahí en casa de aquel hombre y
la actitud de esta mujer fue entrar por detrás de Jesús, se relata ese detalle,
ella no encaró al maestro, ella reconocía su condición tan errada tan fuera de
contexto en la sociedad y hasta ahí mismo cómo entraría a esa casa como si nada,
ella tenía que tener un acceso con la familia en la casa para poder estar ahí,
quizá ella era prostituta del propio fariseo, el texto no dice, mas los
fariseos tienen cara de santos, no practican lo que enseñan.
Los detalles de
este texto es que ella entra por detrás y hace algo que nadie esperaba. Ella
empieza a llorar y empieza a regar los pies de Jesús con sus lágrimas y de
repente ella suelta sus cabellos, que era otra actitud extremamente vergonzosa
para la mujer, pues la mujer del oriente ella anda toda cubierta, sólo se
muestra su desnudez, su intimidad, su cuerpo dentro de cuarto para su esposo,
mas sin esposo ella se saca el velo todo lo que le cubría y expone sus cabellos
y empieza a enjugar los pies de Jesús y además ella tiene otra actitud, saca un
perfume de nardo que era caro y derrama para ungir los pies de Jesús. Ella
tiene tres actitudes inesperadas, lavar los pies de Jesús con sus lágrimas,
enjugar con sus cabellos y ungir con nardo que con certeza costó mucho dinero
para una mujer que vivía en esa condición. Esas actitudes que esa mujer tuvo, eran
actitudes que el dueño debió haber hecho, pues a toda la persona que se
hospedaba, que llegaba a la casa era un ritual de ellos le daban agua para que
lave los pies, darles la toalla para secar, ungir a la persona para que se
siente a la mesa. No se llega y se sienta a la mesa, pero Jesús llega y se
sienta a la mesa y esta mujer hace lo que debió hacer el fariseo. Al contrario
de esto, dice el texto que al ver esto el fariseo dice para sí mismo, no
verbalizó, dijo para sí mismo. El da una palabra de crítica, dice si este fuera
profeta sabría quien le tocó porque ella es pecadora. Él pone en duda la
integridad del profeta, dice si él fuera profeta, entonces él no lo consideraba
como un profeta, porque si él lo fuera sabría quién es esta mujer, porque en su
mentalidad Él debería juzgar a esta mujer porque no le podría tocar. Aquí está
el gran énfasis de Jesús que es exactamente el ministerio que vino a hacer, Jesús
vino a tocar a los perdidos, vino a tocar a los enfermos, vino a tocar y
libertad a todos aquellos que estaban cautivos, y ahí es cuando es criticado
porque causa de eso, porque Él permitió que una mujer en esa condición tocara
al maestro. Y en aquella hora cuando Jesús percibió que había esto en el
corazón de Él le dice, voy a decirte una cosa.
Y empieza a decirle la parábola. “Un
acreedor tenía dos deudores: el uno le debía quinientos denarios, y el otro
cincuenta; y no teniendo ellos con qué pagar, perdonó a ambos. Di, pues, ¿cuál
de ellos le amará más? Respondiendo Simón, dijo: Pienso que aquel a quien
perdonó más. Y él le dijo: Rectamente has juzgado.”
Porque aquí está aquél valor que
nosotros los humanos consideramos, más importante es el valor monetario, el
valor financiero, Jesús está diciendo, tú estás jugando por el valor externo,
mas yo estoy juzgando por valores internos. Tú aquí tienes todo y no me diste
nada, en realidad quien tenía que hospedarme y hacer todo lo que ella hizo eras
tú y tú no hiciste. Mas lo que esta mujer no tiene era todos los valores que tú
tienes, porque ella tiene un corazón triste, solitario, humillado por la
sociedad por el nombre que le dieron de pecadora, la denominaron es una
pecadora.
Aquí Jesús le hizo recordar de sus obligaciones de anfitrión y le
dijo tú estás ligado a valores externos, cuando no quería exactamente que él entrara
en su corazón para mudar valores internos. Esa mujer que no tenía valores externos
estaba ahí con un corazón contrito, con un corazón muy humillado, abatido, pero
ella se postra para buscar perdón, para buscar cambiar por una vida arruinada.
El centro de este mensaje es
amor, perdón y fe. Ella tuvo actitudes de fe, cuando ella busca el amor de
Jesús para perdón de sus pecados, ella busca el amor de Jesús para que su
corazón sea transformado y ser librada de actitudes que paren de ser peyorativos,
pues era pecadora. Fue para eso que Jesús se manifestó. Y cuando Jesús dijo eso
al fariseo, ahora mira a la mujer y le dice: perdonados son tus pecados.
Cuáles son los resultados de
aquellas actitudes, perdón. No sólo perdón, dice el texto en el verso 50, que
Jesús le dijo a la mujer, tu fe te ha salvado, ve en paz. El resultado es que ella
salió de aquella casa en paz, salió perdonada, salió restaurada. Porque Jesús dio
a ella valores que el fariseo no estaba dando, despertó en ella valores que la
sociedad no daba, despertó en ella amor que ella no tenía con los hombres con
los que ella estaba, el amor de este hombre es diferente, Él no quiere mi
cuerpo, Él quiere mi corazón.
Estos valores que nosotros
necesitamos volver en nuestros ojos en vez de juzgar a las personas, esa
persona no vale nada, ese es un bandido, tiene que morir. Esos valores externos
que tenemos no son los mismos de Jesús, porque Jesús muestra aquí que por más
que sean los peores pecadores, ellos necesitan de su perdón, necesitan de su amor,
necesitan de la paz de Dios.
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