Texto básico: Hechos 10:15
v.15 – Por Segunda vez, la voz le dijo: Lo
que Dios purificó no consideres común.
Hechos capítulo 10
comienza narrando la historia de un hombre que moraba en Cesaréa. Su nombre era Cornelio, centurión
de la corte llamada Italiana y cita características de este hombre en
el v. 2 – piadoso
y temeroso de Dios con toda su casa y que hacía muchas limosnas al Pueblo y,
continuamente, oraba a Deus.
Este hombre,
centurión romano tenía sobre su responsabilidad 100 soldados, donde él tenía
que adiestrarlos según el Imperio Romano de la época, que no era blando, era un
imperio temido y hasta reverenciado al punto de desear ser ciudadanos romanos,
tal era su importancia. Siendo investido de esa autoridad, Cornelio no tenía
orgullo de eso, su corazón era piadoso y temeroso de Dios, atendía a los necesitados
y tenía una característica que lo diferenciaba: oraba a Dios continuamente. Ese relacionamiento que tenía con Dios,
lo acercaba también al pueblo, solamente quien tiene intimidad con Dios tiene
amor al prójimo, tiene compasión para ayudarlos. Las oraciones continuas
atraían a Dios hacia aquel hombre.
Pedro cuando fue llamado
para estar con él, fue testigo: v.4 ... Tus oraciones y tus limosnas subieron para memoria delante
de Dios. Vemos aquí el poder de aquel que ora:
1. Sus oraciones suben a Dios – aquel que ora no pierde tiempo.
2. Suben como un memorial – Es un recordatorio, un un escenario que no será olvidado. Nuestras
oraciones necesitan ser referencia para las generaciones futuras. Hasta hoy
hablamos de este hombre que oraba, Cornelio, quedó en la memoria para nosotros.
Nuestros descendientes precisan tener ese registro acerca de nosotros, precisa
tener un memorial de quién somos, hombres u mujeres de oración.
3. La certeza que estas oraciones
son oídas – v.31 - ... Cornélio, tu oración fue oída, y tus limosnas recordadas en
la presencia de Dios. Nosotros no estamos perdiendo tiempo cuando
oramos, todo lo que hablamos con Dios, Él está oyendo, él está atento y no solamente
oye, más ellas son respondidas.
En cuanto Dios
respondía a Cornelio, trataba a su discípulo Pedro, quien al subir al tejado de
su casa tuvo una visión que lo dejó perplejo, sobre cuál sería el significado de
aquello.
Dios estaba tratando
aquí el prejuicio que había en el corazón del hombre. La Biblia no tiene
registro de raza, ella habla pueblos, lenguas, naciones. Todo nivel de prejuicio
es reprobable y en la visión que dio a Pedro, él vio el cielo abierto y descendiendo un
objeto como se fuese una gran sábana, la cual era bajado a la tierra por las
cuatro puntas, conteniendo toda clase de cuadrúpedos, réptiles de la tierra y
aves de los cielos, el oyó una voz que decía: ¡Levántate Pedro! Mata y come. Y
su respuesta fue: de ningún modo Señor. Porque jamás comí cosa alguna común e inmunda.
Y la voz repitió por segunda vez: A lo que Dios purificó no consideres común. Y
por 3 veces eso aconteció y la visión cesó. (Hechos 10:9-16)
Este texto narra
detalles importantes: el primer detalle: Pedro vio el cielo abierto. Dios quiere que
toda la humanidad sepa que los cielos aún están abiertos para recibir todo tipo
de personas, independientemente de lo que son o hayan hecho. La puerta (Jesús)
está abierta a través de su gracia preciosa para salvar y librar de la
condenación eterna. El texto habla de un objeto como si fuese una gran sábana, la cual era bajado
a la tierra por las cuatro puntas, conteniendo toda clase de cuadrúpedos,
réptiles de la tierra y aves del cielo. Las 4 puntas, podemos
entender como los 4 cantos de la tierra, toda su estructura y forma fue
alcanzada por esta gran sábana que fue bajado en la tierra, donde tenemos toda
clase de animales y también tenemos todo tipo de personas, con pensamientos
diferentes, credos diferentes, razas diferentes, mas todos ellos necesitan ser
alcanzados por la misma gracia preciosa de Jesús.
El Señor estaba
mostrando a Pedro la necesidad de alcanzarlos. Y encuentra un corazón prejuicioso
que luego se posiciona: jamás comí cosa alguna común e inmunda. Tenemos
que parar de hacer acepción de personas, rechazarlas, hasta hablar mal de
ellas, Dios condena eso. Jesús nos igualó en la cruz. Pablo dice: que todos pecaron
y están destituidos de la gloria de Dios (Rm
3:23). En otras palabras, independientemente del color de la piel, todos
nosotros estamos en el mismo barco, condenación eterna y necesitamos de la
gracia salvadora de Jesús para tener el perdón de nuestros pecados.
Dios no acepta ningún
tipo de prejuicio. Cuando Mirian se levantó contra Moisés desaprobando su
relacionamiento con una mujer etíope (Nm 12:1), esa mujer era africana e
posiblemente negra, fue disciplinada por el Señor con una lepra y por 7 días
todo Israel paró por causa de ella.
Jonás también fue
disciplinado por Dios por no querer predicar para los ninivitas. Nínive era ciudad
Asiria, edificada por Nimrod, bisnieto de Noé. (Génesis 10:10-11) Era una
ciudad sanguinaria (Nahúm 3:1), en la guerra practicaba atrocidades, cortando
partes del cuerpo de sus enemigos. Talvez por eso Jonás no se compadeció de ellos
y no quiso predicar a salvación a este pueblo, mas Dios lo disciplinó lanzando
en el mar y dejando que un gran pez selo tragara (Jonás 1:2).
Pedro entendió que la
ida de él a la casa de Cornelio, un gentil, era la voluntad de Dios y no se
negó a acompañar a los hombres enviados para llevarlo. Cuando llega en aquella
casa, encontró
muchos allí reunidos, sedientos para oír la palabra de Dios. (v.27).
Pedro en su discurso
dijo en el v. 39 – Nosotros somos testigos de todo lo que Él hizo en la tierra
de los judíos y en Jerusalén....
El llamado de Dios
para nosotros es exactamente igual, para ser testigos de él en la tierra, hablando
a todas las naciones, sin barreras, sin prejuicios de razas, color, denominaciones,
porque para Dios lo que importa es que todos sean salvos y lleguen al pleno
conocimiento de la verdad.
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