jueves, 2 de febrero de 2017

Rompiendo con los Prejuicios

Texto básico: Hechos 10:15

v.15 – Por Segunda vez, la voz le dijo: Lo que Dios purificó no consideres común.

Hechos capítulo 10 comienza narrando la historia de un hombre que moraba en Cesaréa. Su nombre era Cornelio, centurión de la corte llamada Italiana y cita características de este hombre en el v. 2 – piadoso y temeroso de Dios con toda su casa y que hacía muchas limosnas al Pueblo y, continuamente, oraba a Deus.

Este hombre, centurión romano tenía sobre su responsabilidad 100 soldados, donde él tenía que adiestrarlos según el Imperio Romano de la época, que no era blando, era un imperio temido y hasta reverenciado al punto de desear ser ciudadanos romanos, tal era su importancia. Siendo investido de esa autoridad, Cornelio no tenía orgullo de eso, su corazón era piadoso y temeroso de Dios, atendía a los necesitados y tenía una característica que lo diferenciaba: oraba a Dios continuamente. Ese relacionamiento que tenía con Dios, lo acercaba también al pueblo, solamente quien tiene intimidad con Dios tiene amor al prójimo, tiene compasión para ayudarlos. Las oraciones continuas atraían a Dios hacia aquel hombre.

Pedro cuando fue llamado para estar con él, fue testigo: v.4 ... Tus oraciones y tus limosnas subieron para memoria delante de Dios. Vemos aquí el poder de aquel que ora:
1.   Sus oraciones suben a Dios – aquel que ora no pierde tiempo.
2.   Suben como un memorial – Es un recordatorio, un un escenario que no será olvidado. Nuestras oraciones necesitan ser referencia para las generaciones futuras. Hasta hoy hablamos de este hombre que oraba, Cornelio, quedó en la memoria para nosotros. Nuestros descendientes precisan tener ese registro acerca de nosotros, precisa tener un memorial de quién somos, hombres u mujeres de oración.
3.   La certeza que estas oraciones son oídas – v.31 - ... Cornélio, tu oración fue oída, y tus limosnas recordadas en la presencia de Dios. Nosotros no estamos perdiendo tiempo cuando oramos, todo lo que hablamos con Dios, Él está oyendo, él está atento y no solamente oye, más ellas son respondidas.

En cuanto Dios respondía a Cornelio, trataba a su discípulo Pedro, quien al subir al tejado de su casa tuvo una visión que lo dejó perplejo, sobre cuál sería el significado de aquello.

Dios estaba tratando aquí el prejuicio que había en el corazón del hombre. La Biblia no tiene registro de raza, ella habla pueblos, lenguas, naciones. Todo nivel de prejuicio es reprobable y en la visión que dio a Pedro, él vio el cielo abierto y descendiendo un objeto como se fuese una gran sábana, la cual era bajado a la tierra por las cuatro puntas, conteniendo toda clase de cuadrúpedos, réptiles de la tierra y aves de los cielos, el oyó una voz que decía: ¡Levántate Pedro! Mata y come. Y su respuesta fue: de ningún modo Señor. Porque jamás comí cosa alguna común e inmunda. Y la voz repitió por segunda vez: A lo que Dios purificó no consideres común. Y por 3 veces eso aconteció y la visión cesó. (Hechos 10:9-16)

Este texto narra detalles importantes: el primer detalle: Pedro vio el cielo abierto. Dios quiere que toda la humanidad sepa que los cielos aún están abiertos para recibir todo tipo de personas, independientemente de lo que son o hayan hecho. La puerta (Jesús) está abierta a través de su gracia preciosa para salvar y librar de la condenación eterna. El texto habla de un objeto como si fuese una gran sábana, la cual era bajado a la tierra por las cuatro puntas, conteniendo toda clase de cuadrúpedos, réptiles de la tierra y aves del cielo. Las 4 puntas, podemos entender como los 4 cantos de la tierra, toda su estructura y forma fue alcanzada por esta gran sábana que fue bajado en la tierra, donde tenemos toda clase de animales y también tenemos todo tipo de personas, con pensamientos diferentes, credos diferentes, razas diferentes, mas todos ellos necesitan ser alcanzados por la misma gracia preciosa de Jesús.

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El Señor estaba mostrando a Pedro la necesidad de alcanzarlos. Y encuentra un corazón prejuicioso que luego se posiciona: jamás comí cosa alguna común e inmunda. Tenemos que parar de hacer acepción de personas, rechazarlas, hasta hablar mal de ellas, Dios condena eso. Jesús nos igualó en la cruz. Pablo dice: que todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios (Rm 3:23). En otras palabras, independientemente del color de la piel, todos nosotros estamos en el mismo barco, condenación eterna y necesitamos de la gracia salvadora de Jesús para tener el perdón de nuestros pecados. 

Dios no acepta ningún tipo de prejuicio. Cuando Mirian se levantó contra Moisés desaprobando su relacionamiento con una mujer etíope (Nm 12:1), esa mujer era africana e posiblemente negra, fue disciplinada por el Señor con una lepra y por 7 días todo Israel paró por causa de ella.

Jonás también fue disciplinado por Dios por no querer predicar para los ninivitas. Nínive era ciudad Asiria, edificada por Nimrod, bisnieto de Noé. (Génesis 10:10-11) Era una ciudad sanguinaria (Nahúm 3:1), en la guerra practicaba atrocidades, cortando partes del cuerpo de sus enemigos. Talvez por eso Jonás no se compadeció de ellos y no quiso predicar a salvación a este pueblo, mas Dios lo disciplinó lanzando en el mar y dejando que un gran pez selo tragara (Jonás 1:2).  

Pedro entendió que la ida de él a la casa de Cornelio, un gentil, era la voluntad de Dios y no se negó a acompañar a los hombres enviados para llevarlo. Cuando llega en aquella casa, encontró muchos allí reunidos, sedientos para oír la palabra de Dios. (v.27).

Pedro en su discurso dijo en el v. 39 – Nosotros somos testigos de todo lo que Él hizo en la tierra de los judíos y en Jerusalén....

El llamado de Dios para nosotros es exactamente igual, para ser testigos de él en la tierra, hablando a todas las naciones, sin barreras, sin prejuicios de razas, color, denominaciones, porque para Dios lo que importa es que todos sean salvos y lleguen al pleno conocimiento de la verdad.

Ap. Dayse Costa

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