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Texto
Base: Efesios 4:29
Ninguna
palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la
necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes.
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El
cuidado que necesitamos tener con nuestra boca en aquello que nosotros
liberamos. La tendencia natural del hombre es liberar palabra agradable cuando
está bien, cuando está fuerte, cuando puede hablar y siente que está
fortalecido. El apóstol nos aconseja a construir, edificar, hablar cosas buenas
aun cuando no estamos muye fuerte, aun cuando estamos pasando por dificultades.
Este
apóstol en Hechos 22 él pasaba por momentos difíciles de su vida, uno de los momentos
más difícil de su vida quizá que era naufragio. Cuando él pasaba por ese naufragio
junto con otras personas, no era solo historia de un naufragio, sino que estaba
yendo a entregarse a César, estaba yendo a Roma. En medio de ese mar adriático,
en medio de tantas tormentas, con miedo de chocar con las rocas, con miedo de
que se destruya todo, con miedo de no quedar nadie, todos los marineros estaban
asombrados y él estaba en el mismo barco, estaba en las mismas circunstancias.
Ya eran 14 días viviendo esa angustia de ver el barco siendo lanzado de un lado
para otro sin ninguna expectativa de salir vivos de aquella historia. Los
marinos trajeron un bote para huir con los presos que estaban dentro y Pablo
les dijo que no hagan porque si descienden del barco van a morir. Ellos
cortaron las cuerdas del barco y se quedaron esperando ahí. En esa hora de
lucha y dificultad, Pablo da una orientación a los marineros de ese barco y
trae una Palabra que alienta a todos ellos, y en el capítulo 27 de hechos en el
verso 33 “Pablo exhortaba a todos que comiesen, diciendo: Este es el
decimocuarto día que veláis y permanecéis en ayunas, sin comer nada.” Tenían miedo.
El
miedo quita la voluntad de comer, el miedo de esa persona retraída, no quiere
relacionarse, no quiere comer, no quiere vivir. Pablo aconseja a los marineros “os
ruego que comáis por vuestra salud; porque de ello depende su seguridad, pues
ni aun un cabello de la cabeza de ninguno de vosotros perecerá.” Cómo alguien
puede estar en medio de un naufragio eminente y dar una palabra de aliento
diciendo comas que nada va acontecer con sus vidas. Sólo aquel que tiene muchas
convicciones de Dios y tiene la Palabra de Dios en su corazón puede dar una
palabra así a toda aquella tripulación que estaba angustiada y afligida. Y la
Biblia dice que “habiendo dicho esto, tomó el pan y dio gracias a Dios en
presencia de todos” Pablo se posiciono, el oró sabiendo que ellos no creían en
nada de lo que él hablaba, más él “dio gracias a Dios en presencia de todos y
partiéndolo, comenzó a comer. Entonces todos, teniendo ya mejor ánimo,
comieron también.”
La
palabra de aquel profeta de aquel apóstol trajo nuevo ánimo a todos y ellos
volvieron a tener voluntad de comer. Nosotros vamos a vivir un nuevo tiempo,
nosotros vamos a llegar a Roma, no vamos a morir aquí en medio de este mar
adriático que estaba muy lejos de su trayectoria a la llegada.
Vemos
que de la misma forma que Pablo anima a aquellos hombres, el Señor continúa animando
a Pablo ¿quién daba fuerza a Pablo? Era el Señor. El capítulo 23 el verso 11
dice “A la noche siguiente se le presentó el Señor y le dijo: Ten ánimo, Pablo,
pues como has testificado de mí en Jerusalén, así es necesario que testifiques
también en Roma.”
La
Palabra del Señor nunca fue para desanimar, nunca fue para resistir, nunca fue
para decir no sé cómo hacerlo, La Palabra de Dios es: ánimo.
Jesús
estaba en el barco con sus discípulos y de la misma forma Él les dio una
Palabra de ánimo. En Mateos 14:27 Él viendo el miedo de aquellos hombres, “Tened
ánimo; ¡yo soy, no temáis!” ¡No temáis!!
No
importa la situación, la circunstancia, el problema, no importa, la Palabra de
Dios es nunca pierda ánimo, tenga ánimo para luchar, tenga ánimo para cambiar
la situación, tenga ánimo para ver la diferencia de Dios en su vida,
Pablo
dice en Tesalonicenses 5:11 “Por lo cual, animaos unos a otros, y edificaos
unos a otros, así como lo hacéis.” Además de traer una palabra de ánimo
necesitamos tener una palabra de consuelo.
El
consuelo llega en el momento correcto cuando todas las esperanzas parece que se
acaban, parece que no hay nada que conforte, nada que aplaque aquel momento en
nuestro corazón, mas dice que nuestra boca necesita tener una palabra de
consuelo que viene a traer edificación. No debemos hablar para destruir, usted
no va salir de esto, usted no va conseguir, usted no llegará, ¡No!
Palabras
de construcción, de edificar, edificar es construir. Construya una persona nueva
cuando ella está destruida. Construya una persona nueva cuando ella ya no consiga
hacer más nada. Construya un nuevo, usted construirá un nuevo cuando pone a
Jesús dentro de ella. Él es la novedad de vida que las personas necesitan para
tener esperanza de cambio.
Isaías
50:4 “Jehová el Señor me dio lengua de sabios, para saber hablar palabras al
cansado; despertará mañana tras mañana, despertará mi oído para que oiga como
los sabios. Jehová el Señor me abrió el oído, y yo no fui rebelde, ni me volví
atrás”
El
profeta dice que quien va a darle esa buena palabra va a ser el Señor. Nuestro
corazón humano no tiene esa buena palabra porque miramos circunstancias,
miramos emociones con nuestros sentimientos, quedamos con pena, quedamos con compasión,
quedamos con recelo de no tener la palabra apropiada, más dice que el Señor nos
dio lengua de sabios, para saber hablar palabras al cansado; despertará mañana
tras mañana, despertará mi oído para que oiga como los sabios.
Todas
las mañanas tiene una palabra de ánimo para tu corazón, el Señor te despierta
no sólo para ser privado de tu sueño sino porque tiene novedad para ti todas
las mañanas, colocar palabras a tus oídos para que no te lleven al desánimo. Y ahí
cuando vienen los enemigos (Verso 6) “Di mi cuerpo a los heridores, y mis
mejillas a los que me mesaban la barba; no escondí mi rostro de injurias y de
esputos. Porque Jehová el Señor me ayudará...”
Quién
va ayudarnos es el Señor, aun cuando los enemigos vengan a herir, aun cuando
vengan a herir nuestra cara, no huyamos porque está escrito “por tanto no me
avergoncé; por eso puse mi rostro como un pedernal, y sé que no seré
avergonzado.”
El
siervo sufre persecución, el siervo tiende a querer murmurar, más si él se
calla, el verá la expresión exacta de libración del Señor en su vida. Dios va
traer liberación y consuelo y tendrá una palabra de edificación y ánimo todas
las mañanas.
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Ap. Dayse Costa
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