jueves, 2 de marzo de 2017

Testimonio que atrae las Ciudades a Jesús

Texto Base: mateo:34
Y toda la ciudad salió al encuentro de Jesús; y cuando le vieron, le rogaron que se fuera de sus contornos.
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El capítulo 8 de Mateo está lleno de demostraciones del poder de Jesús, varias sanaciones que realizó en este lugar, y dice la Biblia que Jesús atravesó el mar y llegó a la tierra de los gadarenos. Cuando llegó a aquel lugar Él fue recibido por dos espíritus malignos que había atormentado por años la vida de estos dos hombres, y estos hombres que estaban ahí endemoniados, dice el verso 28 “..que salían de los sepulcros, feroces en gran manera, tanto que nadie podía pasar por aquel camino.” El diablo estaba furioso porque sabía lo que Jesús estaba haciendo, sabía lo que aun iba hacer y entrando en el territorio donde tenía su dominio, donde tenía su control, él se puso aún más furioso. Y en aquel momento salieron dos endemoniados y todos les tenían miedo, ellos tienen una fuerza no común, están totalmente fuera de control y lo único que podía detener el poder de aquellos endemoniados era el Poder del Nombre de Jesús. Vemos aquí que ellos gritaron cuando vieron a Jesús. La guerra no era en el campo humano de hombre a hombre, era una guerra espiritual misma. Los espíritus toman a una persona contra otra, matar, odiar, vengarse, hacer atrocidades. Y cuando ellos supieron que Jesús estaba en el lugar que era su dominio, donde ellos hacían lo que querían, ellos quedaron furiosos porque Jesús se volvió una amenaza en su territorio. Jesús no podía estar ahí porque ya había un control, el diablo no quiere perder el control de aquello que ya domina, esclaviza y mata a las personas. Y cuando el vio llegar a Jesús, Jesús no hizo nada, ellos fueron los que gritaron, “¿Qué tienes con nosotros, Jesús, Hijo de Dios?....” Miren que él sabe muy bien quién es el hijo de Dios,  él sabe muy bien quien es separado, él sabe muy bien quien es santo. Recordemos un pasaje donde un hombre decía: en el nombre de Dios de Pablo que salga de ahí y le respondió, yo sé quién es Pablo, yo sé quién es el Dios de él, mas no sé quién eres tú. El diablo reconoce quien es quien tiene autoridad y cuando el vio fue para Jesús y comenzó a gritar ….“¿Qué tienes con nosotros, Jesús, Hijo de Dios? ¿Has venido acá para atormentarnos antes de tiempo?”. El diablo sabe que tiene el tiempo contado, sabe que el gobierno que tiene en esta tierra cuánto tiempo va a dominar, y estaba diciendo al Maestro, usted llegó muy antes, no te esperaba ahora, ahora es mi tiempo ahora es mi hora, yo puedo hacer lo que quiero. Jesús no decía nada, eso es fantástico, porque aquel que es de Dios, aquel que tiene autoridad en su vida, sabe el tiempo correcto de hablar, sabe con quién hablar, no pierde tiempo hablado con todos.
Diice el texto que aquellos hombres vinieron a Jesús y hablaron todas estas cosas, entonces le dijeron a Jesús, y Jesús estaba callado, los demonios le rogaron: “Si nos echas fuera, permítenos ir a aquel hato de cerdos.” Hasta ese momento no hubo ningún pronunciamiento de Jesús, ninguna manifestación de nada, ellos se entregaron solos, ellos sabían que no podían quedarse en la misma tierra donde estaba Jesús, la luz y las tinieblas no tienen comunión, por eso quien está en la Presencia de Dios no se preocupa de esas cosas, porque sabe que la Presencia del Señor en nuestra vida libra de toda tinieblas y ellos mismo dijeron “Si nos echas fuera, permítenos ir a aquel hato de cerdos.” Y fue cuando el Señor dijo, pueden ir. Fue la única palabra que Jesús, ustedes escogieron ir allá, ¡vayan!

Los puercos son animales inmundos, que el Señor nos mandó no tocar, no comer por causa de la condición de su carne, y ellos dijeron podemos ir a la manada de cerdos y les dijo pueden ir, porque ya no es más aquí su lugar. La presencia de Jesús ya estaba diciendo todo para aquellos hombres y su autoridad.

Lo que aconteció todos sabemos. La manada se precipitó y los cerdos murieron y eso originó un temor muy grande en toda la ciudad, porque aquellas personas que cuidaban de los cerdos, fueron testigos de todo lo que aconteció y porque fueron testigos ellos corrieron para la ciudad y contaron todas las cosas. Los testigos son aquellos que tienen el placer de decir cuando una desgracia acontece, un echo sucede y todos quieren ser primeros en dar la noticia y corren a las redes sociales, postean fotos y ponen cosas extravagantes que acontecieron por ahí. Mas cuando es para dar testimonio de cosas buenas pocos abren su boca para dar testimonio. Aquí, estos hombres contaron todas las cosas a las personas y fueron cuando siguiendo el verso 34 “Y toda la ciudad salió al encuentro de Jesús”. Será que toda la ciudad fue movilizada para querer a Jesús, por lo que hizo al libertar a estos dos hombres, estos dos hombres quedaron sanos, quedaron completamente curados, mas aquí dice que la intención de aquella ciudad no fue seguir a Jesús, la intención de aquella ciudad no fue hablar de lo hizo Jesús. Mas la ciudad entera salió para que Jesús saliese de en medio de ellos.

Es terrible ver que los testimonios no siempre edifican, que no siempre son para cosas buenas. Cuando vimos a la mujer samaritana vemos que toda la gente corre para estar cerca de Jesús, fue para qué, para oír hablar al Maestro y caminar a lado de Jesús, mas aquí vemos lo contrario a lo que aconteció con la vida de aquella mujer, aquí no querían más a Jesús en su territorio.
Es lamentable que muchas personas que oyen la Palabra, ven testimonios de Jesús liberando vidas, mas tienen actitudes diferentes. Jesús nos llamó para ser testigos, para ir todas las naciones, para llevar el evangelio, para buscar a los perdidos.


Las actitudes de las ciudades son movilizadas por el testimonio de aquellos que llevan la palabra. ¿por qué aquella ciudad rechazó a Jesús? Porque aquellos cuidadores de los cerdos que llevaron la palabra ellos no contaron el milagro que fue echo en la vida del hombre, fueron a contar el perjuicio de los cerdos que se precipitaron, el amor a su dinero, la perdida que tuvieron. Mas en la vida de la samaritana no era solo lo que había acontecido en ella sino en lo que Jesús podía hacer en la vida de todos ellos. Lo que el Señor quiere que nuestra boca se testimonio sea testigo de Jesús y atraer las ciudades para Él y no para que lo rechacen a nuestro Maestro. Que nuestras bocas sea una boca de testimonio y se expanda a todas las naciones. Él ya hizo y hará mucho más de lo que tenemos pensado.

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